lunes, 21 de junio de 2010

La razón de tantas cosas

Era la razón de tantas cosas,
el sueño de poder competir,
la dulzura escondida y el susurro irreconciliable.

Era los desvelos necesarios,
los sueños que no quieres alcanzar,
los adioses difíciles de esperar y los reencuentros naturales.

Era las promesas que debías cumplir por miedo a no cumplir,
la recriminación dolorosa,
la niñez hecha mayor.

Pudo serlo, pero no podía ser.