Era la razón de tantas cosas,
el sueño de poder competir,
la dulzura escondida y el susurro irreconciliable.
Era los desvelos necesarios,
los sueños que no quieres alcanzar,
los adioses difíciles de esperar y los reencuentros naturales.
Era las promesas que debías cumplir por miedo a no cumplir,
la recriminación dolorosa,
la niñez hecha mayor.
Pudo serlo, pero no podía ser.